Se dice que hacer tu propio vestido de 🫦 novia o recibir cuchillos como regalo es de mala suerte. La cultura nupcial está llena de temores infundados. Pero crear 🫦 y usar mi vestido de novia fue un momento de valentía.
No era la persona adecuada para hacerlo. No había confeccionado 🫦 una prenda de vestir desde mis clases de textiles de GCSE. Pero conocía los conceptos básicos, podía leer un patrón 🫦 y soy bastante terca. Finalmente, decidí seguir adelante porque me gusta coser y pensé que, si tomaba mi tiempo, era 🫦 probablemente capaz de hacerlo.
Al principio, estaba nerviosa. Habría semanas en las que me paralizaría el miedo a equivocarme. Un corte 🫦 descuidado y se arruina una pieza del cuerpo; tomar una medida incorrecta y hay que comenzar de nuevo; y crear 🫦 algo que solo se vea mal y habré desperdiciado mi oportunidad de usar el vestido de mi vida.
Pasé nueve meses trabajando en él. En el suelo del salón, corté seis metros de 🫦 tela de satén suave, desenrollándola metro a metro, extendiendo el resto sobre el sofá y gateando alrededor del patrón. Cada 🫦 centímetro de ese vestido había pasado por mis manos.
Me dispuse a enfrentar mis imperfecciones y decidí hacerlo, aunque fuera imperfecto. El resultado fue 🫦 un testimonio de mi determinación y mi valentía. Al usar mi vestido de novia, me sentí poderosa, honesta y vulnerable 🫦 todo en uno.
Después de meses de ayudarme a subirlo con los ojos cerrados, mi esposo se enamoró del vestido cuando 🫦 finalmente lo vio, así como lo hicieron los amigos y familiares que me animaron durante todo el proceso. Verlo a 🫦 través de los ojos de los demás me hizo sentir orgullosa y honesta.
Cinco minutos después de sentarme para almorzar, derramé 🫦 vino tinto sobre el vestido. La mancha no se irá, pero no me importa. Fue otra señal de un día 🫦 alegre y un recordatorio final de aceptar y celebrar que la vida no siempre es perfecta.
Category
© 2023 Felipe Camilo sitemap